Sobre ella

Hanna apareció en mi vida en el año 2019.

Desde pequeña hubo perras en mi casa; cuando me case también adoptamos varias. Cada vez que una nos dejaba, otra se cruzaba en nuestro camino.

Después, por circunstancias, estuve más de una década sin su compañía; hasta que al fin pude volver a plantearme hacerme cargo de un animal abandonado.

Hanna es una perra mediana, mixta (no sabemos muy bien de que razas fueron sus padres) a la que encontraron perdida por las calles de Barcelona. Cuando nos conocimos llevaba un par de meses en la protectora y fue un flechazo.

Miedosa, dócil, cariñosa cuando te conoce; al principio suele permanecer alejada estudiándote. A pesar del abandono y el maltrato sufrido tiende a vincularse, es respetuosa y pide ser respetada con lo que ayuda durante las sesiones a propiciar el vinculo junto con los límites.

Es una excelente ayudante terapéutica porque tiene una personalidad muy calmada y amigable, lo que ayuda a crear un ambiente de tranquilidad y de confianza. Además, su capacidad para detectar emociones y responder con cariño y paciencia hace que las personas se sientan más cómodas y apoyadas. Su presencia constante aporta alegría y reduce el estrés, lo que es fundamental en un entorno terapéutico. 

Actúa como un objeto transaccional porque ayuda a crear un espacio de confianza y seguridad, facilitando la interacción emocional. Mientras que un objeto transaccional puede ser algo tangible, como una pelota o un cojín que invita a la interacción, ella cumple esta función de manera más emocional y afectiva. No solo está presente físicamente, sino que también responde a las emociones, ofreciendo consuelo, alegría y apoyo, lo que favorece la apertura y el bienestar en las personas que acompañamos.

También, del mismo modo que ella ha ido superando su fobia a los perros y personas extrañas, ayuda a nuestros clientes a superar las suyas de varias maneras. Primero, su presencia calmada y amigable puede crear un ambiente de seguridad y confianza, lo cual es fundamental para que las personas se sientan más cómodas y abiertas a enfrentar sus miedos. Además, la interacción con ella puede servir como una forma de exposición gradual a la fuente de la fobia, en un entorno controlado y seguro. Por ejemplo, si un cliente tiene miedo a los perros, ella siempre se presenta de manera suave y respetuosa, conservando la distancia durante una o varias sesiones, ayudando a reducir esa ansiedad con el tiempo a través de la familiarización y la asociación.

En general ayuda a disminuir la ansiedad y el estrés, su presencia cariñosa y paciente ayuda a reforzar la confianza del cliente en sí mismo y en los demás. Con su ejemplo paciente al enfrentarse a las novedades, ayuda a los clientes a hacer lo mismo y respetar sus ritmos.

En resumen, su carácter, sensibilidad y afecto la convierten en una compañera ideal para acompañar procesos de terapia y bienestar emocional.