Existen dos emociones inútiles en nuestras vidas: la culpabilidad y la preocupación; aunque parezcan distantes, si te fijas atentamente, están interconectadas. Te diría más: son los extremos opuestos (polaridades) de una misma situación.
La culpabilidad se da cuando despilfarramos los momentos presentes al estar enganchados a una situación pasada, mientras que, la preocupación sería olvidar el presente por una intranquilidad hacia lo que sucederá en un futuro, sería como sentirte culpable por algo que aún no ha sucedido.
Ambas situaciones tienen en común la desconexión con el presente, con lo que realmente está sucediendo aquí y ahora; ambas, también, son situaciones sobre las que no tienes ningún control. Por muy mal que te sientas, no podrás alterar lo que sucedió y, por mucho que te intranquilice, la situación futura será como debe ser, no cambiará a causa de tu inquietud.
La culpabilidad y la preocupación son, quizás, las dos formas más comunes de angustia de nuestra cultura. ¿Qué podemos hacer para evitarlas?
Respira: No esas pequeñas inspiraciones que sueles hacer para sobrevivir. Expulsa todo el aire de tus pulmones y empieza un ciclo de respiraciones conscientes. Haz respiraciones abdominales, es decir, llena en primer lugar tu barriga y luego el pecho; para expulsarlo, sigue el camino inverso. Si persistes un poco, te calmaras.
Relativiza: Nada de lo que hayas podido hacer o puedas llegar a hacer es tan horrible. Todos cometemos errores, revísalos, aprende de ellos y sigue adelante. De los errores se aprende, de los aciertos nunca.
Suelta: Para soltar una situación es necesario prestar atención a lo que realmente sucede en ese momento inmediato. Fíjate en todo lo que te rodea, como objetos o personas; céntrate en ellos, obsérvalos realmente. Si se trata de una entrevista, de un examen o de cualquier cosa en la que hayas de intervenir, prepárala lo mejor que puedas y luego olvídate; sigue con tu día a día. Al principio te costará un poco pero, como todo en esta vida, la fluidez se adquiere con la práctica.
Prémiate: No te castigues. Siempre hay algo por lo que sentirse satisfecho. Diviértete, te lo mereces.
Ya conoces lo que es estar mal. Intenta cambiar. ¿Qué puedes perder?