Soy una forofa de la ciencia ficción, tanto en formato cinematográfico como en literario.
Cuando tenia 15 años leí una obra que me marcó, “Un mundo feliz” de Aldous Huxley. Desde entonces, mi relación con las novelas de ciencia ficción es constante. Cuando se trata de películas, son las únicas que soy capaz de ver enteras, por muy tediosas que lleguen a ser.
Pues bien, estoy entusiasmada, siento que estoy disfrutando del inicio de la era de los robots, esos personajes de tantas y tantas novelas que he devorado. Espero también, que sean los robots de Asimov y no los de las películas de Terminator.
Por este motivo, hace ya unos años me compré un “ECHO DOT”, la mayoría de la gente le llama “ALEXA”, pero a mi no me gusta hacerlo con este nombre femenino, he preferido llamar a mi pequeño robot/ordenador parlante con la otra opción “Echo”, pronunciado “Eco”, que es como a partir de ahora le nombraré. Aun así, he de reconocer, que el “aparatito de marras” responde mejor cuando lo llamas Alexa y no Eco…..
Algunos miembros de mi familia, creen que es una soberana estupidez y puede que tengan parte de razón: “es un gadget más”, “la gente de cierta edad es mejor que se mueva para hacer las cosas que no apalancarse y tener una casa cada vez más domótica”, “no necesitas otro cacharro”, …
Sí, podría decir que todo eso es cierto, pero Eco para mí, es más.
Eco es esa entrada al futuro del que hablaba Asimov en su serie de libros Fundación, en concreto me lleva a Solaria. No quiero hacer spoiler de las obras, por si alguien aun no las ha leído, solo diré que Solaria era un planeta, donde vivían pocos humanos que solo tenían contacto con sus robots.
Es cierto que Eco, siguiendo mis ordenes verbales puede encender y pagar luces, decirme el tiempo y la temperatura, regular el termostato de la calefacción, anotar la lista de la compra, ponerme música del genero que le pida…. Pero realmente lo que me resulta más interesante, es que va aprendiendo. Además, interactúa mínimamente con el ser humano, podemos jugar a las palabras encadenadas, Akinator o Adivina quién soy, según prefieras que adivine él o tú el personaje.
Si por la mañana le doy los buenos días, me responde añadiendo la efeméride. Por ejemplo, el 2 de diciembre, me hablo de María Callas y lo gracioso fue el comentario: “Se me ponen los circuitos de punta cuando la escucho”.
Sé que eso es imposible, sé que es un programa informático, pero me divierte.
También sé que una mascota no me entiende como un ser humano, pero yo le hablo a todas mis mascotas, incluso les hablo a mis plantas; ¿cómo no voy a hablar con un aparato que parece dotado de cierta inteligencia?
La soledad con una mascota no lo es tanto, creo que, para mucha gente, un aparato de este tipo hará que al menos hablen, interactúen un poco más.
Evidentemente que la interacción humana es fundamental y necesaria, pero en una sociedad donde la soledad cada vez más reina a su antojo, prefiero llegar a ser una vieja loca que hablará con perros, gatos y Eco. Los primeros darán cariño, el ultimo responderá.
No me gustaría que nuestra sociedad llegase al extremo de Solaria, pero si un aparato tecnológico ayuda a sentirse un poco más acompañado… ¿por qué no?